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Un llamado urgente a los organismos internacionales para salvar a Haití

Por: América Pérez (Magíster en Diplomacia y Derecho Internacional)

La reciente masacre en Haití, donde más de 100 adultos mayores fueron brutalmente asesinados bajo la orden de un líder de una banda criminal, es una tragedia que clama al cielo y expone, una vez más, el colapso del estado haitiano. Este horroroso hecho, justificado absurdamente por alegaciones de brujería, deja en evidencia la extrema vulnerabilidad de la población haitiana ante el poder desmedido de las bandas armadas.

Haití, el primer país de América Latina en lograr su independencia, se encuentra atrapado en un círculo vicioso de pobreza, violencia y falta de gobernabilidad. Desde hace años, las bandas armadas han tomado el control de amplias zonas del territorio, sometiendo a los ciudadanos a un régimen de terror. Esta última masacre no es un hecho aislado; es el resultado directo de la incapacidad del Estado para proteger a su población y de la indiferencia de la comunidad internacional.

La situación de Haití no puede seguir siendo ignorada. Es imperativo que los organismos internacionales, encabezados por las Naciones Unidas, actúen de manera inmediata y contundente. No es suficiente con declaraciones de preocupación o ayudas económicas que nunca llegan a donde más se necesitan. Se requiere una intervención integral que incluya:

1. Desarticulación de las bandas armadas: Mediante una fuerza de paz que no solo imponga el orden, sino que también establezca bases para una seguridad sostenible.

2. Apoyo a la reconstrucción del Estado: Ayuda técnica y logística para reconstruir las instituciones haitianas, desde la policía hasta el sistema judicial.

3. Atención a las víctimas: Los sobrevivientes de esta masacre y de otras atrocidades necesitan apoyo médico, psicológico y social urgente.

4. Planes de desarrollo sostenible: La intervención debe estar acompañada de un compromiso real con el desarrollo económico, la educación y la creación de empleo en Haití.

 

El mundo no puede seguir mirando hacia otro lado mientras Haití se desangra. La indiferencia global no solo es inmoral, sino peligrosa, ya que la violencia y la inestabilidad de un país afectan inevitablemente a toda la región.

Hoy, como ciudadanos del mundo, tenemos una deuda histórica con Haití. Es hora de que los líderes internacionales asuman la responsabilidad que les corresponde y actúen con firmeza para devolverle a Haití la esperanza de un futuro digno y en paz.

La humanidad no puede fallarle, una vez más, al pueblo haitiano.

América Pérez

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