Donald Trump ha regresado a la Casa Blanca con una política exterior más agresiva, directa y sin moderadores.
En sus primeros cien días, ha dejado clara su visión del mundo: Estados Unidos primero, a cualquier costo.
Washington, 30 abril 2025 —
El mandatario republicano ha revivido una estrategia conocida, pero más intensa.
La doctrina de la fuerza y del beneficio unilateral guía nuevamente las relaciones internacionales del país.
Una política exterior sin límites ni filtros
Trump ha retomado su desdén por los organismos multilaterales como la ONU y la OTAN.
Prefiere tratos bilaterales que fortalezcan su control y favorezcan intereses inmediatos de EE.UU.
Se ha acercado con rapidez a líderes autocráticos, alejándose de los aliados tradicionales.
Rusia, Arabia Saudita y Corea del Norte han sido algunos de sus primeros contactos clave.
La diferencia respecto a su primer mandato es clara.
Hoy no hay figuras en su entorno que frenen sus impulsos ni moderadores políticos de peso.
Doctrina de fuerza y transacciones
El politólogo Christopher Layne, de Texas A&M University, explica que Trump actúa de forma visceral.
Su estilo se mantiene igual, pero ahora con mayor libertad para actuar sin restricciones internas.
William Wohlforth, experto de Dartmouth, sostiene que Trump busca resultados inmediatos.
La diplomacia tradicional ha sido reemplazada por un enfoque transaccional y cortoplacista.
Esta estrategia usa el poder de EE.UU. como palanca sin considerar efectos a largo plazo.
Cada acción está pensada para asegurar beneficios concretos, sin compromiso global.
Tensiones con aliados históricos
Trump ha generado fricciones con la Unión Europea, Canadá, Groenlandia y Panamá.
Los tratados multilaterales son ahora renegociados o ignorados si no favorecen a Washington.
Los conflictos en Ucrania y Gaza han sido escenarios clave de su nueva postura.
Estados Unidos apoya a sus aliados solo si hay un beneficio claro y medible.
James Goldgeier, de la American University, afirma que Trump desprecia a los aliados democráticos.
En contraste, mantiene admiración por líderes autoritarios con decisiones unilaterales.
Visión centrada en el dominio económico y militar
Trump insiste en que EE.UU. debe ser respetado por su fuerza económica y su poder militar.
Sus decisiones buscan imponer esa superioridad en cada negociación o conflicto.
Las relaciones exteriores ya no se enfocan en cooperación, sino en competencia estratégica.
La diplomacia ha sido desplazada por imposiciones directas y mensajes duros.
Esto ha generado preocupación en varias capitales del mundo occidental.
Sin embargo, Trump parece decidido a sostener este enfoque durante todo su mandato.
Sus primeros cien días han sido una declaración de intenciones contundente.
Su política exterior ya no responde a equilibrios, sino a la ley del más fuerte.
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