El 7 de mayo de 1842, un devastador terremoto sacudió gran parte de la isla La Española, destruyendo varias ciudades del norte y dejando un saldo de miles de muertos, heridos y desaparecidos. El evento es considerado uno de los sismos más destructivos en la historia del Caribe.
El temblor, que ocurrió en horas de la madrugada, arrasó con ciudades como Santiago y La Vega en la parte oriental de la isla —territorio que hoy pertenece a la República Dominicana— y afectó severamente a Cabo Haitiano y Puerto de Paz, en el actual Haití.
Ciudades quedaron en ruinas
Los cronistas de la época describieron escenas de horror en Santiago, donde cientos de viviendas de madera y mampostería colapsaron instantáneamente.
En La Vega, las calles se llenaron de escombros, y muchas familias quedaron atrapadas bajo los restos de sus casas.
La magnitud del sismo no se puede calcular con precisión por la falta de instrumental moderno, pero los registros históricos coinciden en que se trató de un terremoto de gran intensidad que remeció toda la región norte del país.
Tsunamis azotaron el litoral
Además de la destrucción causada por el movimiento telúrico, el litoral norte de la isla fue sacudido por fuertes maremotos.
Testigos reportaron que el mar retrocedió bruscamente antes de lanzarse con fuerza sobre las costas de Manzanillo, Montecristi y otras zonas ribereñas.
Numerosas embarcaciones fueron arrastradas mar adentro, y comunidades costeras sufrieron pérdidas humanas y materiales que agravaron el desastre inicial.
Impacto regional y consecuencias
En el lado occidental de la isla, Cabo Haitiano fue prácticamente destruido.
Fuentes haitianas relatan que casi todos los edificios se vinieron abajo y que el número de víctimas superó los cinco mil en esa ciudad solamente.
El terremoto provocó desplazamientos masivos de población, brotes de enfermedades por la falta de agua potable y un colapso en las actividades económicas, especialmente la agricultura, el comercio y la producción de tabaco y cacao.
En los días siguientes, se registraron varias réplicas que causaron pánico entre los sobrevivientes y retrasaron los esfuerzos de rescate y reconstrucción.
Lecciones no aprendidas
Pese a la magnitud de la tragedia, los sistemas de prevención sísmica y construcción antisísmica han sido históricamente escasos en la región.
Expertos actuales en gestión de riesgos y geología han señalado que la zona norte de la isla permanece bajo amenaza sísmica debido a la falla septentrional, responsable de aquel sismo y de otros posteriores.
Cada 7 de mayo, el país recuerda la tragedia de 1842 no solo como una fecha dolorosa, sino también como un llamado a fortalecer las políticas de gestión de riesgo y prevención de desastres naturales.
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