Este 30 de mayo, la República Dominicana recuerda uno de los hechos más trascendentales de su historia contemporánea: el ajusticiamiento de Rafael Leónidas Trujillo Molina, dictador que gobernó con mano de hierro durante más de tres décadas.
La noche del 30 de mayo de 1961, a las 9:45 p.m., Trujillo fue abatido a tiros en una emboscada mientras transitaba por el kilómetro 9 de la carretera Santo Domingo–San Cristóbal.
Una acción heroica que puso fin a una era de terror
La operación fue ejecutada por un grupo de valientes hombres decididos a acabar con la tiranía, a pesar de que conocían los riesgos.
Entre los ajusticiadores figuraron Antonio de la Maza, Amado García Guerrero, Salvador Estrella Sadhalá, Modesto Díaz, Manuel “Tunti” Cáceres Michel, Juan Tomás Díaz, Roberto Pastoriza, Pedro Livio Cedeño y Luis Manuel Cáceres Michel.
Muchos de estos héroes fueron posteriormente perseguidos, capturados y asesinados por los remanentes del régimen, que intentaron mantener el control tras la muerte del dictador.
El ajusticiamiento no solo puso fin a la vida de Trujillo, sino que también abrió una fisura en el sistema autoritario que imperaba en el país, dando inicio a un proceso de transición marcado por la incertidumbre, el caos y el anhelo de libertad.
El colapso del culto al poder absoluto
Durante sus 31 años en el poder, Trujillo convirtió al Estado dominicano en una extensión de su voluntad.
Su figura se impuso a través del miedo, la propaganda y la represión, apoyado por la temida SIM (Servicio de Inteligencia Militar), responsable de innumerables crímenes de Estado.
El régimen eliminó disidentes, censuró la prensa, desapareció adversarios políticos y creó una estructura de control social sin precedentes en América Latina.
La muerte del dictador significó el colapso de ese sistema totalitario, aunque la represión persistió por un tiempo tras su asesinato.
Con el paso de los años, los dominicanos comenzaron a organizarse políticamente y a construir las bases de un sistema democrático.
La libertad de expresión, los partidos políticos y el voto libre, ausentes por décadas, empezaron a consolidarse.
Un legado de sacrificio que marcó el camino democrático
Cada 30 de mayo se conmemora el Día de la Libertad, en honor al valor de los hombres que se atrevieron a enfrentar al tirano.
Su sacrificio no solo cambió el curso de la historia dominicana, sino que sembró las semillas de una sociedad que hoy lucha por consolidar su democracia.
A 64 años de aquel hecho, la memoria de los ajusticiadores se mantiene viva como símbolo de dignidad, coraje y resistencia frente al autoritarismo.
El país recuerda su gesta como una lección eterna de que ningún poder es eterno cuando un pueblo decide luchar por su libertad.
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