Por Salvador Holguín, diciendo lo que otros callan.
Hay funcionarios que pensaban que el presidente Luis Abinader iba a tolerar vagabunderías en su gobierno, y que, de aceptarlas, estaría condenado al fracaso de su administración. Es evidente que mientras él sea jefe de Estado, el robo, la corrupción y el saqueo tendrán un enemigo dispuesto a enfrentarlos con determinación, sin miedo y sin titubeos.
Es cierto que al mandatario Abinader se le pueden reprochar cosas: que empeñó su palabra con muchos que confiaron en él y no la ha cumplido, sí; que dejó fuera del gobierno a dirigentes, a la base perremeísta, a aliados y colaboradores que lo acompañaron en el camino hacia el poder, también es verdad. Son críticas legítimas y nadie puede negarlo, ni molestarse. Pero de ahí a querer ensuciarlo con el lodo de la corrupción, vinculándolo con capos y narcotraficantes, como hizo Danilo Medina en su gestión y durante la campaña del 2020, eso es inaceptable y no lo vamos a permitir. Quien intente manchar la imagen y mancillar el nombre del ciudadano Luis Abinader debe saber que será enfrentado y combatido en cualquier terreno, porque el presidente Abinader Corona cuenta con amigos, hermanos y colaboradores firmes y decididos a defender su honestidad y honorabilidad.
Lo que se observa en el panorama nacional es que parece que el gobernante Luis Abinader está solo en su propio gobierno, y claro que sí, porque tiene en su gestión servidores tibios, mudos, incapaces de defenderlo de la vorágine de la oposición como corresponde; funcionarios que no dan la cara y que no entienden que gobernar con pudor y transparencia tiene un costo político altísimo. También es cierto que todavía quedamos dominicanos dispuestos a dar la batalla, a hacer lo que haya que hacer para defender la integridad, dignidad y honor de un presidente que no ha pactado con el crimen organizado ni con la impunidad.
La historia reciente de la República Dominicana lo demuestra: los mandatarios que se entregan a las mafias del poder terminan hundidos en el desprecio social, repudiados por la gente y sepultados por el peso de su propia traición. Luis Abinader tiene la oportunidad de marcar la diferencia, demostrar que se puede gobernar sin claudicar ante los corruptos, y lo está haciendo, sin rendirse ante los tentáculos del narcotráfico ni vender la conciencia nacional.
Por eso afirmo: aunque al presidente Abinader se le observa la soledad en el poder, lo acompaña un pueblo que exige decencia, honestidad y transparencia; además lo respaldan hombres y mujeres que no temen al combate cuando se trata de defender la pulcritud en el uso de los recursos del Estado, la verdad y la dignidad nacional.
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