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Miles de fieles han acudido con profundo respeto y emoción a la capilla ardiente del Papa Francisco, instalada desde el miércoles en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano.
La despedida del primer pontífice latinoamericano se ha convertido en un acontecimiento histórico.
En apenas unas horas, cerca de 20,000 personas se acercaron para presentar sus respetos.
Un adiós marcado por la sencillez y la fe
El cuerpo del Papa Francisco yace en un ataúd sencillo, tal como fue su voluntad.
No hay catafalco, como fue costumbre con otros pontífices.
Vestido con una casulla roja y con su inseparable rosario entre las manos, su imagen conmueve profundamente.
El ataúd está colocado justo bajo el majestuoso baldaquino barroco de la basílica, el altar más simbólico de la Iglesia católica.
La escena transmite paz, respeto y espiritualidad, reflejo de su estilo de vida humilde.
Las primeras palabras de quienes lo vieron de cerca
Sor Caterina, una monja residente en Suiza, compartió su experiencia.
“El gran silencio me acercó a él”, dijo a la agencia AFP, notablemente emocionada.
“Tuve esa emoción de sentir que tenemos al Papa en el cielo rezando por nosotros”, añadió.
Como ella, miles de personas sintieron una conexión espiritual durante la visita.
El clima de recogimiento dominó en todo momento.
Tres días de despedida para el Papa Francisco
La capilla ardiente estará abierta durante tres días para los fieles que deseen despedirse.
El Vaticano ha organizado un acceso ordenado para permitir el ingreso de todos.
Autoridades civiles y religiosas han comenzado a rendir homenaje al pontífice.
Francisco marcó un antes y un después en la historia de la Iglesia moderna.
Su legado de sencillez, compromiso social y cerc
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