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Caos en Malpasse: frontera convertida en tierra de nadie

En Malpasse, la frontera entre Haití y República Dominicana se ha convertido en una zona sin control.

Allí, el bullicio y el desorden son parte del día a día, especialmente en el mercado binacional que opera sin descanso.

Malpasse no duerme.
Los siete días de la semana, desde la madrugada hasta la tarde, miles de personas cruzan el paso fronterizo por Jimaní para comprar o vender productos.

Mercado sin ley ni orden

En este punto fronterizo, la ausencia de autoridad es evidente.
Aunque se trata de un cruce oficial entre dos naciones, la seguridad y el control son mínimos.

La presencia militar es simbólica.
Los puestos de vigilancia parecen más decorativos que funcionales, incapaces de contener la ola de personas y mercancías que inundan el área.

El mercado binacional se extiende a ambos lados de la línea divisoria.
Los comerciantes haitianos y dominicanos compiten ferozmente por cada cliente, en un ambiente donde reina la informalidad.

Malpasse, tierra de todos y de nadie

Los vendedores se instalan en cualquier espacio disponible.
La falta de organización convierte las calles en laberintos de puestos improvisados y montones de productos.

En este caos, el tráfico de personas, mercancías e incluso contrabando fluye sin restricciones.
Las autoridades parecen haber cedido terreno a una dinámica que ya no controlan.

Muchos de los que cruzan lo hacen sin documentos.
Para ellos, Malpasse es una frontera simbólica, una línea que no representa barrera alguna.

Una economía paralela

El comercio informal genera millones de pesos diarios.
Aunque no tributa ni obedece regulaciones, sostiene a miles de familias de ambos países.

En cada jornada, se venden desde productos agrícolas hasta electrodomésticos.
Todo tiene precio en este mercado sin reglas.

La oferta responde a la demanda con velocidad.
Lo que no está en las tiendas de Jimaní o Fond Parisien, aparece en las aceras de Malpasse.

Seguridad en duda

El desorden en Malpasse también plantea riesgos.
Bandas organizadas aprovechan la confusión para operar con libertad.

El contrabando de combustible, medicinas y armas se ha vuelto una preocupación.
Las autoridades reconocen el problema, pero no muestran acciones contundentes.

Vecinos de la zona temen por su seguridad.
Aseguran que en muchas ocasiones, los conflictos escalan sin que intervenga la policía o el ejército.

Llamado urgente a la acción

Organizaciones civiles y líderes locales piden una intervención urgente.
Creen que la frontera necesita regulación, sin afectar el comercio lícito.

Proponen crear un corredor formal para el mercado binacional.
También sugieren aumentar la presencia militar y establecer controles migratorios reales.

Malpasse podría ser un modelo de integración comercial.
Pero hoy es ejemplo de abandono, caos y falta de gobernanza.

Un futuro incierto

Mientras no se tomen medidas firmes, la situación en Malpasse seguirá deteriorándose.
Cada día sin control agrava los problemas estructurales de esta zona clave para la economía y la seguridad nacional.

El mercado binacional necesita orden.
Solo así podrá convertirse en una herramienta de desarrollo en vez de un foco de ilegalidad.

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