El cáncer de páncreas es una de las patologías oncológicas con menor tasa de supervivencia tras el diagnóstico, ya que el 91 % de los pacientes fallecen antes de los 5 años. Una de las razones de esta situación radica en que los síntomas, al comienzo de la enfermedad, son difíciles de identificar. Es por este motivo que se ganó el nombre de “asesino silencioso”. Sin embargo, una vacuna de ARN mensajero mostró un avance prometedor tras finalizar su Fase I, que se realizó en 16 pacientes.
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), del total de cánceres detectados en el continente americano, un 7% en hombres y 7,2% en mujeres se corresponden con esta patología. Siendo que el riesgo promedio de padecer esta enfermedad oncológica es aproximadamente de 1 en 64, según explica la Sociedad Americana Contra el Cáncer.
“El adenocarcinoma ductal pancreático (PDAC) es letal en el 88 % de los pacientes, pero alberga neoantígenos de células T derivados de mutaciones que son adecuados para las vacunas”, comienza el documento que fue publicado en las última horas en la revista Nature. Según indicaron los expertos, por las característica de esta patología, el cuerpo no identifica el tumor y por este motivo que no activa su respuesta para atacarlo. Incluso, este comportamiento también impide la aplicación de inmunoterapia, la terapéutica que logró generar una nueva esperanza en la oncología.
Ahora, los primeros resultados de un ensayo clínico de Fase I, realizado en 16 voluntarios, lograron evidenciar que una vacuna experimental de ARN mensajero, desarrollada de forma personalizada, “induce una respuesta inmunitaria sustancial y retrasa potencialmente la recaída de los pacientes” que padecen este clase de cáncer de páncreas. Vale destacar que la vacuna no actuó sola, sino que fueron tratados, además, con atezolizumab (un fármaco de inmunoterapia), una dosis de este desarrollo y, mFolfirinox (un tipo de quimioterapia).
Cómo funciona esta vacuna
El cáncer de páncreas es uno de los tumores que “más problemas” le genera al organismo, ya que el sistema inmunológico no logra detectarlo, con lo cual no evidencia síntomas y tampoco lo ataca. Es por eso que, hasta ahora, la inmunoterapia no era considerada para su tratamiento. Sin embargo, tras la aplicación experimental de esta vacuna, el comportamiento orgánico de los pacientes evidenció una nueva actividad.
Lo cierto es que los expertos del Centro de Cáncer Memorial Sloan Kettering de Nueva York (Estados Unidos) se preguntaban por qué existe un 12% de los afectados que logra superar esta patología. La razón estaba centrada en los linfocitos T, los cuales, al igual que ocurre con otros tumores, evidenciaron una respuesta inmune de hasta 12 veces superior que aquellos que integran ese fatídico 88%.
Para explicarlo de forma sencilla (y a grandes rasgos), la respuesta inmune se puede dividir en dos acciones: la creación de los anticuerpos y la presencia de los linfocitos T. Y mientras los anticuerpos, generalmente, se unen a los patógenos para marcarlos para su reconocimiento y eliminación, y los linfocitos T son los responsables de matarlos y, además, recordar cómo eran y cómo aniquilarlos si vuelven a ingresar al organismo. Esta última etapa es la que lograron identificar en los supervivientes: estos “guerreros” inmunitarios pudieron reconocer a los neoantígenos. Es decir los “patógenos”, que en este caso son proteínas, que producen los tumores y que pueden ser objeto de terapias vacunales con el objetivo de potenciar la actividad de las células T.
“Tras analizar muestras de supervivientes a largo plazo, nos preguntamos si podíamos emularlo en el resto de los pacientes”, afirmó, a El País, el doctor Vinod Balachandran, líder del equipo que desarrolló la vacuna, de la que fueron parte Ugur Sahin y Özlem Türeci, los fundadores de BioNTech y creadores la inmunización contra el COVID-19 en colaboración con Pfizer.
Para la elaboración de la vacuna, los pacientes eran intervenidos quirúrgicamente y del tumor extirpado se tomaban muestras que les permitía generar una fórmula específica para cada persona gracias a una secuenciación genómica. El resultado fue la detección de hasta 20 neoantígenos. Con estos datos, los investigadores generaron vacunas de ARN con moléculas específicas para el tumor.
Según resaltaron, se observaron respuestas inmunes sustanciales de linfocitos T en el 50% de los voluntarios, “lo que indica que la vacuna puede inducir una respuesta inmunitaria mejorada”, señalaron los investigadores. Pero además, lograron identificar que se elevó la cantidad de “linfocitos asesinos” en el organismo de los pacientes, lo cual podría provocar una ausencia de recaídas.
Asimismo, los expertos señalaron que, tras 18 meses de seguimiento, “los pacientes con células T expandidas por la vacuna tenían una media de supervivencia libre de recidiva más larga en comparación con los pacientes sin células T expandidas por la vacuna (13,4 meses)”, es decir que la respuesta inmune se mantenía ampliada gracias a esta inmunización. “Es difícil comparar lo que vemos en los pacientes vacunados con lo que vimos en los supervivientes a largo plazo, pero sí sabemos que el tipo de células inmunes que se activan son las mismas: los linfocitos asesinos T CD8+”, detalló Balachandran.
Cuál es el impacto de este avance, según los expertos
Como ya se ha dicho, el cáncer de páncreas es uno de los menos tasa de supervivencia presenta y los tratamientos, por un ser una patología que no evidencia síntomas en sus primeros estadios, generalmente llegan cuando la enfermedad se encuentra en estadios más avanzados. Incluso, las terapéuticas más recientes que se aplican para las enfermedades oncológicas, como es la inmunoterapia (donde el cuerpo ataca al tumor), no pueden utilizarse.
“Todo avance en cáncer de páncreas es positivo. Y el avance más importante es el hecho de tener verdaderas vacunas de ARN para el cáncer en general y, en particular, para el cáncer de páncreas, que no tiene tratamientos tan efectivos. Por eso descubrir algo nuevo es nueva esperanza para los pacientes básicamente”, explicó a Infobae el doctor Diego Kaen (MP 1898), vicepresidente de la Asociación Argentina de Oncología Clínica (AAOC) y profesor en la Universidad Nacional de La Rioja.
En ese sentido, el experto aclaró que se trata de una Fase I, por lo que “hay que esperar. El estudio tiene datos muy prometedores, pero todavía le falta avanzar en las Fases II y III para tener algo concreto”. En ese mismo sentido se expresó el doctor Federico Esteso (MN 108803), oncólogo clínico y especialista en tumores digestivos del Instituto Fleming: “Es un avance todavía muy lejano a la práctica existencial o al desarrollo clínico más avanzado”.
“Las investigaciones en este tipo de tumores han tenido relativamente pocos avances en los últimos años. Este avance es espectacular, pero hay que tomarlo con cautela. Este experimento muestra que es posible desarrollar una respuesta inmunológica generada en un tumor del cual pensábamos que las herramientas inmunes no habían dado resultado. Es el puntapié inicial para que se pueda avanzar a empezar a utilizarlo en más pacientes y empezar a ver resultados de eficacia, pero las vacunas de ARN en cáncer todavía no se utilizan en la práctica existencial”, agregó Esteso en diálogo con Infobae.
Asimismo, Kaen agregó: “El problema de las vacunas de ARN y el cáncer es que no se actúa con el mismo concepto que tenemos, en general, sobre las vacunas que se realizan contra un virus, que es el mismo que está presente en la Argentina, pero también en otras partes del mundo. En este caso, ningún cáncer es igual a otro, ni de páncreas o de pulmón, por nombrar algunos. Se tiene que crear una vacuna por cada paciente y esto, justamente, está dando mucha efectividad y hay muchos estudios; pero el tema es la complejidad de realizar la vacuna porque tenés que mandar el material del tumor, o sea lo que se llama la biopsia, para que se cree una vacuna para ese paciente y es solo para él. Esto tiene una logística bastante complicada y hay que ver si se desarrolla en la práctica clínica”.
“Como las estrategias son individualizadas para cada paciente, las vacunas suelen ser muy laboriosas y eso a veces puede llevar a que sea una limitante para la práctica existencial masiva”, añadió Esteso. Al tiempo que aclaró, con respecto a que solo el 50% de los voluntarios evidenció una respuesta inmune tras la vacuna, que “eso también tendrá que ser un terreno de desarrollo, pero habitualmente no hay un tratamiento que le sirva a todos los pacientes”.
En ese tono, Kaen destacó que “los tumores no son iguales y no responden de la misma manera. Por ende, no todos los tumores van a responder de la misma forma. Es importante entender que un tumor es una enfermedad inteligente, crea resistencia y mecanismos para poder evadir la respuesta inmune. Es por eso que considero que es muy prematuro. Evidentemente, encontraremos la limitaciones a medida que se vaya avanzando y en patologías como cáncer páncreas, donde realmente hace muchos años no había buena noticia, aunque sea en Fase I es alentador”.
La importancia de los ensayos clínicos
Más allá de estos resultados, que ambos expertos advirtieron como alentadores, también es importante destacar la importancia de los ensayos clínicos y los voluntarios para el desarrollo de nuevos tratamientos.
“Esto es un estudio Fase I y muy preliminar, pero así avanza la ciencia. Estos estudios son importantes y remarcan la importancia de que los pacientes participen para que se haga investigación clínica no solo en el mundo, sino también en la Argentina, ya que hay ensayos clínicos en el país. Habitualmente más de Fase III, pero también en otros estadios. Estas investigaciones generan mejores tratamientos para los pacientes y por eso es importante que tanto los profesionales como los pacientes entiendan que su participación es la manera de hacer avanzar la medicina”, señaló Esteso.
Y Kaen concluyó: “La oncología no va a una velocidad de desarrollo de investigación tan rápida como fue con el COVID y no tiene tanta publicidad. Los pacientes hoy tienen estudios clínicos para prácticamente todas las patologías en Argentina y es muy fuerte en el desarrollo de estudios clínicos de anticuerpos monoclonales, inmunoterapia y vacunas contra diferentes tipos de cáncer. El paciente oncológico tiene que estar abierto estas nuevas posibilidades, aunque sean estudios Fase I, II o III. Con los avances, siempre es un pasito más. Puede no ser el definitivo y es posible deba asociarse a otra droga, pero el desarrollo y la investigación en oncología, en donde Argentina es pionero y tiene muchos estudios clínicos en curso, siempre son buenas noticias”.
Agregar comentario