Por: América Pérez (Magíster en Diplomacia y Derecho Internacional)
La reciente derrota de Kamala Harris frente a Donald Trump marca un punto de inflexión en la política estadounidense, especialmente porque Harris contaba con el respaldo de un amplio grupo de influencers y artistas de renombre que hicieron campaña activa a su favor. Sin embargo, esta alianza de la política con las celebridades ha demostrado ser insuficiente cuando se enfrenta a un electorado que prioriza otros aspectos en su decisión de voto. A pesar de la influencia y el alcance en redes sociales de sus partidarios, el mensaje de Harris no logró calar en un sector de la población que parece inclinarse por un liderazgo más conservador y pragmático.
Es importante señalar que, aunque el apoyo de figuras influyentes puede dar visibilidad a un candidato, la victoria de Trump refleja que los votantes buscan una conexión genuina y tangible con las propuestas. En este caso, Trump logró capitalizar la idea de continuidad en temas clave como la economía y la seguridad nacional, lo cual resonó más en el electorado que los llamados a la renovación que ofrecía Harris. La presencia de influencers y artistas en su campaña fue impactante, pero al final no fue decisiva en un contexto donde el electorado busca respuestas y resultados concretos.
Uno de los aspectos que influyó en la preferencia por Trump fue su política exterior, la cual ha tenido beneficios palpables para países aliados, como la República Dominicana. Su gobierno promovió una mayor apertura en términos de relaciones bilaterales, impulsando acuerdos que facilitaron el intercambio comercial y fortalecieron los lazos diplomáticos. Para la República Dominicana, esto ha significado una mejoría en áreas clave como el comercio y la inversión, lo cual ha sido particularmente beneficioso para los sectores de turismo y exportación.
Los beneficios de la política de Trump en el servicio exterior con países del Caribe, como la República Dominicana, radican en su visión pragmática y en un modelo de cooperación mutua que ha permitido el fortalecimiento de la economía local. Las políticas de colaboración e inversión han beneficiado tanto a los Estados Unidos como a la República Dominicana, creando oportunidades de crecimiento económico y estabilidad regional, dos factores valorados por los votantes estadounidenses que ven en la diplomacia de Trump un beneficio directo para sus intereses y los de sus aliados.
Un análisis sobre la posibilidad de que Estados Unidos esté preparado para tener una presidenta revela una mentalidad compleja y dividida frente al liderazgo femenino. Aunque las últimas décadas han visto grandes avances en cuanto a igualdad de género y representación femenina en diversos espacios, el liderazgo femenino en la política aún enfrenta barreras culturales y estereotipos persistentes. La sociedad estadounidense sigue siendo en muchos aspectos tradicionalista, con una tendencia a asociar el poder ejecutivo con figuras masculinas, especialmente en un país donde las imágenes de fuerza y autoridad están fuertemente codificadas en términos masculinos. A pesar de que figuras como Kamala Harris han roto techos de cristal al alcanzar la vicepresidencia, el desafío para una mujer en la presidencia parece ser uno de los más difíciles, reflejando que aún existe una resistencia sutil pero tangible en ciertos sectores del electorado. En este sentido, aunque Estados Unidos parece avanzar hacia una mayor apertura al liderazgo femenino, su mentalidad colectiva puede necesitar más tiempo y exposición a liderazgos diversos para aceptar plenamente a una mujer como máxima dirigente del país.
La derrota de Kamala Harris muestra los límites de la influencia mediática en la política y resalta la importancia de propuestas concretas y alianzas estratégicas en la escena internacional. Mientras Harris se enfocó en una campaña apoyada en celebridades, Trump apostó por una política exterior pragmática que fortalece la estabilidad de países aliados y posiciona a Estados Unidos como un líder confiable en la región.
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