Robinson Canó y Lisvel Eve Mejía enfrentaron serias acusaciones de dopaje, lo que subrayó la severidad de la Agencia Mundial Antidopaje (WADA) contra el uso de diuréticos.
En 2018, Canó recibió una suspensión por utilizar furosemida, una sustancia que, aunque no mejora el rendimiento, puede enmascarar otros compuestos prohibidos.
Esto se confirmó más tarde cuando se descubrió que Canó también había usado stanozolol, un esteroide anabolizante.
La sanción y sus implicaciones
La WADA es estricta con los diuréticos, ya que estos pueden esconder el uso de otras sustancias.
Marcos Díaz, presidente de la Convención Internacional Contra el Dopaje en el Deporte de la UNESCO, explicó que estos bloqueadores complican la detección de compuestos prohibidos durante la fase de «limpieza».
Díaz destacó que los atletas siempre son responsables de lo que ingresan en sus cuerpos, independientemente de las circunstancias.
Caso de Lisvel Eve Mejía
Eve Mejía, suspendida antes de los Juegos Olímpicos, enfrentará un panel disciplinario que evaluará las circunstancias de su caso.
Díaz mencionó que la atleta tendrá la oportunidad de explicar cómo la sustancia llegó a su organismo y presentar una defensa basada en su trayectoria limpia de casi 15 años.
La decisión final del panel determinará la duración de su sanción.
Precedentes y consecuencias
Con esta suspensión, Eve Mejía se convirtió en la tercera voleibolista dominicana sancionada por dopaje, tras Nuris Arias y Evelyn Carreras.
La voleibolista, que cumplirá 33 años en septiembre, se perderá la oportunidad de competir en sus terceros Juegos Olímpicos.
Este caso resalta la importancia de la vigilancia antidopaje y la responsabilidad de los atletas para mantener la integridad en el deporte.
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