Ciudad del Vaticano, 9 may (EFE).- El papa Francisco lamentó las acusaciones que recibió sobre sus acciones durante la dictadura militar en Argentina y defendió su inocencia: «Algunos en el Gobierno querían ‘cortarme la cabeza’», dijo en una entrevista publicada hoy por la revista jesuita «La Civiltà Cattolica».
«Algunos en el Gobierno querían ‘cortarme la cabeza’, y sacaron a relucir no tanto este asunto de (el cura apresado Franz) Jálics, sino que pusieron en duda todo mi modo de actuar durante la dictadura. Entonces, me llamaron a juicio», recordó el ahora pontífice en un encuentro con los jesuitas húngaros en su reciente viaje a Budapest.
Bergoglio, cardenal y arzobispo de Buenos Aires, eligió responder al interrogatorio en la sede del arzobispado en 2010 -en el primer mandato de Cristina Fernández de Kirchner- y durante 4 horas y 10 minutos respondió a las preguntas de los investigadores.
«Uno de los jueces insistía mucho en mi modo de comportarme. Yo siempre respondí con la verdad. Pero, para mí, la única pregunta seria y bien fundada, fue la del abogado que pertenecía al Partido Comunista. Y gracias a esa pregunta las cosas se aclararon», dijo.
Y agregó: «Al final se comprobó mi inocencia. Pero en ese juicio no se habló casi nada de Jálics, sino de otros casos de personas que habían pedido ayuda».
Tras su elección como papa, Francisco recibió críticas por parte de algunos sectores en su país sobre su supuesto silencio en la dictadura militar (1976-1982) e incluso la presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, le invitó a entonar el «mea culpa» por el papel de la Iglesia en ese periodo.
En la entrevista, Francisco habla en concreto de los casos de los padres Franz Jálics y Orlando Yorio, apresados durante la dictadura y de los que en un principio le acusaron de no haber hecho lo suficiente para impedirlo.
«En el barrio en que trabajaba había una célula guerrillera. Pero los dos jesuitas no tenían nada que ver con ellos: eran pastores, no políticos. Pero fueron hechos prisioneros, siendo inocentes. No encontraron nada con que acusarlos, pero tuvieron que cumplir nueve meses de cárcel, sufriendo amenazas y torturas», recordó.
Y agregó: «Luego fueron liberados, pero estas cosas dejan heridas profundas. Jálics vino a verme inmediatamente, y charlamos. Yo le aconsejé ir a ver a su madre a Estados Unidos. La situación era realmente demasiado incierta y confusa».
Francisco explicó que después de todo esto «surgió la leyenda» de que había sido él quien los había entregado para su encarcelamiento.
Posteriormente, tras el final de la dictadura, Jálics volvió a Argentina para ver a Bergoglio (incluso oficiaron misa juntos) y también pasó por Roma para visitarle como papa.
«Pero cuando vino a verme al Vaticano, la última vez, vi que sufría porque no sabía cómo hablarme. Había una distancia. Las heridas de esos años pasados permanecían en mi y en él, porque los dos vivimos esa persecución», refirió.
«Quiero agregar que cuando Jálics y Yorio fueron apresados por los militares la situación que se vivía en Argentina era confusa y no estaba para nada claro qué se debía hacer. Yo hice lo que sentía que tenía que hacer para defenderlos. Fue una situación muy dolorosa», terminó. EFE
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