DS NU
Los cardenales de todo el mundo comenzaron a llegar este martes al Vaticano.
Su objetivo es elegir al nuevo pontífice que sucederá al Papa Francisco.
Se instalarán principalmente en la Casa Santa Marta, dentro de los muros del Vaticano.
Permanecerán aislados hasta alcanzar un consenso sobre quién liderará la Iglesia católica.
Un momento decisivo para la Iglesia y el mundo
El cónclave es un evento clave en la vida de los católicos.
Más de 1,400 millones de fieles en el mundo esperan con expectativa el resultado.
El Papa Francisco, jesuita argentino con una visión reformista, deja una huella profunda.
Durante su pontificado, despertó tanto admiración como tensiones internas en la Iglesia.
Ahora, la incertidumbre crece sobre quién tomará el timón de la Iglesia católica.
Los cardenales deberán evaluar no solo la fe, sino también la visión y el carácter del futuro Papa.
El arzobispo de Argel, Jean-Paul Vesco, habló con el diario Corriere della Sera.
Dijo que hay al menos cinco o seis perfiles posibles que podrían ser elegidos.
Perfil del futuro Papa: ¿reformista o tradicional?
Los fieles se preguntan si el nuevo pontífice seguirá el rumbo reformista de Francisco.
O si optará por un camino más conservador que una parte del clero desea retomar.
Se han mencionado nombres de cardenales de diferentes continentes.
Algunos con trayectorias marcadas por la acción social, otros por la ortodoxia doctrinal.
Este cónclave es, además, una oportunidad para renovar la imagen de la Iglesia.
El elegido tendrá que enfrentar desafíos como el abuso clerical, la pérdida de fieles y el diálogo interreligioso.
Los cardenales están obligados al secreto durante todo el proceso de elección.
No pueden comunicarse con el exterior ni recibir influencias externas.
Un ritual milenario con mirada al futuro
El proceso del cónclave está lleno de simbolismo y tradición.
Los cardenales votan en la Capilla Sixtina hasta lograr una mayoría de dos tercios.
Cada jornada de votación puede tener hasta cuatro rondas.
Entre una y otra, los cardenales oran, reflexionan y dialogan discretamente.
La elección se anuncia con humo blanco, visible desde la Plaza de San Pedro.
El mundo entero estará atento a esa señal, símbolo de un nuevo comienzo.
El nuevo Papa deberá ser un líder espiritual pero también político.
Su palabra influirá no solo dentro de la Iglesia, sino también en el escenario internacional.
Francisco ha dejado un legado desafiante pero inspirador.
El próximo pontífice decidirá si continúa ese legado o toma un nuevo rumbo.
La Iglesia católica entra así en un tiempo de discernimiento profundo.
Un periodo donde el Espíritu Santo, según la fe, guía la decisión de los cardenales.
La historia de la Iglesia se escribe una vez más en estos días.
Y el mundo espera el nombre, el rostro y la voz del nuevo sucesor de Pedro.
Dary Terrero
Agregar comentario